En la
mayoría de las profesiones el hombre es quien tiene el poder, el control y
regularmente a las mujeres se les cede un papel menor, o menos valorado. El
desarrollo de las mujeres como traductoras aparece en la Edad Media,
apenas considerando la traducción como algo que las mujeres "podían
hacer". La traducción, como muchas
otras áreas, es para las mujeres un mundo apenas explorando, dando inicio a
mediados del siglo XIV.
Esta actividad apenas era considerada apropiada y se creía que una traducción "femenina" era imperfecta. Además, era de carácter imperioso que las traductoras publicaron bajo el anonimato.
Esta actividad apenas era considerada apropiada y se creía que una traducción "femenina" era imperfecta. Además, era de carácter imperioso que las traductoras publicaron bajo el anonimato.
En la Edad
Media Mary Herbert tradujo I Trionfi (1470) de Petrarca, al inglés en 1592 The
Triumph of Death y Tragedy of Antony (1595) de Robert Garnier. Ya en el
Renacimiento, se consideró a la traducción como un quehacer mayor,
especialmente después de la aparición de la imprenta y el surgimiento de la
necesidad de comunicar y traducir las nuevas corrientes y tendencias
científicas, religiosas o sociales.
En
Inglaterra el papel de la mujer traductora no había cambiado, como señala
Taillefer de Haya, L. (1995)
"Mientras el propósito en la enseñanza dirigida a los hombres era el capacitarlos para tener un papel en la vida pública, en el caso de las mujeres fue tan sólo el que desempeñaran una labor doméstica. A pesar de que la tarea traductora se encontraba muy valorada, dada la gran demanda, ésta convenía considerarse lo suficientemente «femenina» para que la llevaran a cabo de forma gratuita."
Así,
gracias al acceso social, aparecen figuras más fuertes en el ámbito de la
traducción, la mayoría de ellas eran pertenecientes a la nobleza, donde la
educación y formación cultural se ampliaban. Además, citando a Taillefer de
Haya, L. (1995)
"(...) traducir no consiste sólo -como sabemos- en dominar dos o más idiomas, sino que es necesario tener la preparación lingüística y literaria apropiadas."
Aphra Behn |
Una
característica propia de las traducciones realizadas por mujeres en Inglaterra
durante este período radica en la literalidad, ya que ofrecía la posibilidad de
evadir inclinaciones personales y conservar la forma y contenido del original.
Sin embargo, es sabido que la traducción de La Ilíada de Anne Darcier puso fin
a las "bellas infieles". Otra de las figuras más importantes es Aphra
Behn, pues no solamente realizó traducciones, sino también fue una escritora
brillante y—como señaló Virginia Woolf—la primera mujer inglesa en ganarse la
vida escribiendo. Entre sus traducciones podemos destacar las Epístolas de
Ovidio publicadas por Dryde, Entretiens sur la pluralité des mondes y U
histoire des oracles de Fontenelle.
La
traducción se convirtió entonces en un arma de doble filo en la sociedad
inglesa, pues permitió a las mujeres acercarse a las bellas artes, a la
ciencia, a la política y a la religión. La actividad de las traductoras
anglosajonas se transformó en un proceso de crecimiento, no sólo de su papel en la de en la historia, sino
cómo la traducción misma dio la posibilidad de que las mujeres participaran en
las artes mayores.
Fuentes:
- Delisle, J., & Woodsworth, J. (1995). Los traductores en la historia. Amsterdam: J. Benjamins.
- Taillefer de Haya, L. (1995, July 1). Traductoras inglesas del Renacimiento.Hieronymus Complutensis.
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