Esto ocurrió el 5 de octubre de 2014...
A las 4:05 llegué al lobby del hotel. SJ estaba esperando. Lo saludé con calma y me disculpe, olvidé que a diferencia de los mexicanos (que estamos acostumbrados a llegar 20 min. tarde) en Inglaterra las personas son muy puntuales. Citla, quien jugó el papel de fotógrafa llegó terriblemente tarde. Mientras tanto charle un poco con el poeta. Estaba exageradamente nerviosa, ni siquiera sabía qué decir o cómo; pero sobre todo mi torpe inglés oxidado me avergonzaba. Por fin llegó Citla. Me alivió un poco. Secuestramos a nuestra celebridad, a pesar de todo, y nos llevaron en una camioneta del festival. Nuestro objetivo: Los Tecajetes. Es un parque natural que está relativamente cerca del hotel, además de ser un paraje exótico y lleno de naturaleza.
A las 4:05 llegué al lobby del hotel. SJ estaba esperando. Lo saludé con calma y me disculpe, olvidé que a diferencia de los mexicanos (que estamos acostumbrados a llegar 20 min. tarde) en Inglaterra las personas son muy puntuales. Citla, quien jugó el papel de fotógrafa llegó terriblemente tarde. Mientras tanto charle un poco con el poeta. Estaba exageradamente nerviosa, ni siquiera sabía qué decir o cómo; pero sobre todo mi torpe inglés oxidado me avergonzaba. Por fin llegó Citla. Me alivió un poco. Secuestramos a nuestra celebridad, a pesar de todo, y nos llevaron en una camioneta del festival. Nuestro objetivo: Los Tecajetes. Es un parque natural que está relativamente cerca del hotel, además de ser un paraje exótico y lleno de naturaleza.

El paseo nos llevó por todo el parque, con SJ posando de un lado a otro, haciendo bromas divertidas, hablando sobre dramatismo. Los peces en ese parque son enormes, y el poeta quería besar un pez, comerse una araña, nadar con las tortugas; un sin fin de cosas. Él estaba muy emocionado, no paraba de hablar de lo mucho que nos agradecía nuestra hospitalidad, de lo amables que fuimos. Fue una tarde llena de emociones para todos.
El tiempo se nos agotó, me tomé una foto con él, le tomé una foto a Citla, y nos embarcamos en un taxi para llevarlo de vuelta la hotel. El viaje de regreso fue corto, pero ahí fluyó más mi dominio del inglés. En el camino, SJ insistía en ponerse el cinturón, pero amablemente le dije que estaba roto. El taxista trató de excusarse diciendo que en Xalapa nadie lo usa, mientras nuestro nuevo amigo decía que no importaba, porque esta pequeña ciudad sería un lindo lugar para morir.


Autora: Ma. Monserrath Pérez
@MandiraNabula
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